lunes, 16 de agosto de 2010

RAZONES PARA UN SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO

“Si queremos paz, debemos cuidar las armas; si las deponemos jamás tendremos paz”. Cicerón

Cuando Carlos Menem, en aras de algún espurio y fugaz rédito, derogó la Ley 17.531/57 de Servicio Militar obligatorio, lo que estaba haciendo en realidad era asestar el golpe de gracia a las FFAA, pilar de toda nación organizada, por cuanto aquellas se nutren de ésta y constituyen la defensa armada de su soberanía.

Así inició la cuenta regresiva del proceso de metástasis social que iniciara Raúl Alfonsín, carcinoma que por lo visto aun no ha culminado, y a decir verdad, desconocemos cómo y cuándo lo hará.

Como sociedad, deberíamos asumir que en algún lugar hemos extraviado el rumbo, y que es preciso desandar lo andado.

Pero seamos totalmente honestos:

nadie puede imaginarse a alguno de nuestros políticos sugiriendo reinstalar el servicio militar obligatorio; mucho menos en una sociedad signada por la cultura del menor esfuerzo y la banalidad.

Con una dirigencia que antes de poner manos a la obra en determinada empresa, mide la importancia de los costos políticos.

Nada se hace si no en virtud del propio beneficio instantáneo.

En realidad, con sólo mirar hacia atrás, caeríamos en la cuenta de que estamos mucho peor que antes de aquel 6 de marzo de 1994, en que asesinaron a Omar Carrasco.

RAZONES HISTORICAS

Los Regimientos de Línea estaban formados por “enganchados” y “destinados”.

Los primeros serían lo que hoy conocemos como “voluntarios” y servían tres años en infantería, o cuatro en caballería o artillería.

Percibían una asignación mensual que variaba según el Arma y el tiempo de servicio.

Como el enganche no cubría las necesidades del Ejército, el 30 de Octubre de 1858, se sancionó una ley que sería precursora del Servicio Militar Obligatorio, que entre otras consideraciones, decía que “los vagos y mal entretenidos, los que en día de labor se encuentran habitualmente en casas de juego o en tabernas, los que usen cuchillos o arma blanca en la capital y pueblos de campaña, los que cometan hurtos simples o los que infieran heridas leves, serán destinados al servicio de las armas por un término que no baje de dos años ni exceda e cuatro”.(1)

En las postrimerías del siglo XIX, la ciclópea tarea de la unificación nacional era un desafío para el gobierno del presidente Julio A. Roca, cuyo ministro de Guerra, Cnl Pablo Ricchieri, tenía la firme convicción de que se debía modernizar al Ejército, convirtiéndolo en una formidable herramienta disuasoria de cualquier amague externo.

Y al implementar el Servicio Militar Obligatorio, lo convertiría en un elemento de comunión para los hijos de las distintas regiones y orígenes de esta nación.

En palabras de Ricchieri, el SMO estaba llamado a convertirse en "un poderoso instrumento de moralización pública...", toda vez que el objetivo principal no era que los jóvenes aprendieran sólo a manejar un arma y desfilar, sino que tuvieran una única identidad nacional.

Mientras perduró, tuvo una inmensa y nunca bien valorada función social, pues en una nación que quiera prosperar no debe haber analfabetos, y sus hombres deben ser personas de bien, con una sólida formación moral.

Con esa filosofía, las FFAA, asistieron sanitariamente, educaron y formaron a millones de jóvenes argentinos, inculcándoles junto al amor a la Patria, valores éticos, morales y urbanidad y aseo, ya que muchos no conocían, por ejemplo, un cepillo de dientes.

Otros aprendieron un oficio que les permitiría abrirse camino.

Pero fundamentalmente y sin ser su razón esencial, ayudó generaciones enteras de argentinos a comprender cabalmente el significado de ser un ciudadano, y de ser iguales ante la LEY, que si bien da derechos, también impone obligaciones.

El heterogéneo contingente que cada año se incorporaba a las distintas unidades en toda la Patria, unía tanto a porteños con provincianos; analfabetos con instruidos; descendientes de inmigrantes con criollos, hijos de familias acomodadas con aquellos que nunca habían tenido cuatro comidas al día.

Era pues natural que los primeros tiempos fueran de incertidumbre y regionalismos, de camarillas y rivalidades.

Pero la vida militar imbuye a los hombres algo que pocos entienden, y que en ninguna góndola de la economía de mercado se puede conseguir: el Espíritu de Cuerpo.

RAZONES GEOPOLITICAS

Así como la guerra es la continuación de la política a través de las armas, las guerras modernas sólo se ganan cuando se logra quebrar la voluntad adversa del enemigo.

El Nuevo Orden Mundial y la Globalización propugnada por intereses multinacionales, la desidia de una sociedad enferma terminal, la corrupción que genera miseria, ignorancia y carencia de valores, sumada a la ausencia de Justicia, son factores que irremediablemente conducirían a cualquier nación empobrecida a la balcanización.

En tal sentido, la acción psicológica de intereses judeo-anglo-americanos, se ha desarrollado siempre sobre la estrategia de provocar pequeñas guerras civiles controladas, hacedoras de caos social, como en el pasado en India, Birmania, África, Oriente Medio; luego en el Sudeste Asiático, Sierra Leona, Costa de Marfil, Congo y Angola; como también en Sudamérica y más recientemente las guerras secesionistas de la ex Yugoslavia.

”…es preciso que el servicio militar sea obligatorio de verdad para que todas las clases sociales estén representadas en las FFAA… y aquellos que por distintas causas no estén aptos por vigor físico y capacidad intelectual... pasarán a trabajar en proyectos sociales en cualquier punto del país..."

Esta afirmación no corresponde a ningún nostálgico militar argentino, ni a la Ley Ricchieri, sino al Ministro de Asuntos Estratégicos del Presidente Lula da Silva, el filósofo Roberto Mangabeira Unger.

Asimismo agregó que "existe consenso entre dirigentes civiles y militares de que el servicio militar obligatorio debe ser mantenido y profundizado”, porque el país necesita tener un escudo “no sólo contra las agresiones sino contra las intimaciones", y a la luz de ciertas pretensiones hegemónicas, poder “decir que no cuando deba decir que no".

En esa estrategia el gobierno brasileño duplicó en 2008 el presupuesto militar, y acaba de firmar un acuerdo con Francia para la compra de casi 14.000 millones de dólares en equipamiento militar; cifra que supera holgadamente las compras de Chile, Venezuela y Colombia juntas.

Para Lula es preciso que las Fuerzas Armadas recuperen su poder "de disuasión", y al mismo tiempo de “propender al desarrollo integral de la industria nacional, como proveedora de los insumos y equipos”.

En tanto, el ministro de Defensa, Nelson Jobim, en una ceremonia de entrega de aviones Mirage a la FAB; consideró que esta readecuación militar permitirá superar las desventajas regionales.

Es innegable que estamos ante la reacción brasileña luego del anuncio de EE.UU. de aumentar y ampliar sus bases en Colombia, y de que el Departamento de la Defensa instruyera al Comando Sur para reactivar la IV Flota y patrullar tanto el Caribe y el Pacífico como el Atlántico Sur.

No es un secreto que Brasil, como potencia emergente sudamericana, ha promovido en la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) la creación de un Consejo Sudamericano de Defensa, toda vez que para el Planalto, una alianza militar sin injerencia de Washington evitaría que se internacionalicen futuras crisis como la colombiana, y así se intente legitimar el principio de “ataques preventivos” en una hipotética guerra contra el narcoterrorismo en un Cono Sur de enorme importancia geopolítica.

Pero en tanto que la diplomacia brasileña fomenta la creación de una fuerza militar conjunta latinoamericana, EEUU desarrolla una nueva doctrina estratégica basada en alianzas con países sudamericanos, en un marco de inminentes pugnas feroces por la energía y los recursos naturales tan importantes como el agua.

No es casual que mister Tony Blair, ex Primer Ministro británico devenido en lobbysta, haya anunciado en una reunión parlamentaria del G8 en Tokio, que Brasil debería contar con “ayuda internacional” para proteger el Amazonas y el Acuífero Guaraní.

La Argentina hoy se encuentra inerme, y no deberíamos desdeñar la amenaza que implica la eventual embestida de corporaciones multinacionales con gran poder económico y político que, como en nuestro caso, supera al de varios estados.

Lo alarmante es que éstas mayormente materializan sus estrategias a través de acciones armadas, contando con ejércitos privados y servicios tan poderosos, que tienen la capacidad de generar y combatir mafias, o simplemente promover la insurgencia que derroca gobiernos que no acepten sus recetas.

RAZONES ECONOMICAS

En un país devastado como el nuestro, el cumplimiento del Servicio Militar Obligatorio tendría una incidencia fundamental en el proceso de mejoramiento económico, no sólo por las industrias que genera, sino también por la cualificación laboral de las próximas generaciones de argentinos.

Este fenómeno es comprensible desde un enfoque macroeconómico del asunto, toda vez que sólo mejorando la calidad y el volumen de nuestro mercado laboral, mejorarán entre otras variables, el empleo, la estabilidad de precios, la producción y la “distribución de la renta”, tan pregonada desde los atriles de Balcarce 50.

El desarrollo pleno de una economía se sustenta tanto con factores inmediatos como mediatos, es decir, de elementos actuales y futuros que no necesariamente sean consecuencia directa de aquellos.

Va de suyo que, merced a un intensivo plan de formación profesional, el Servicio Militar Obligatorio debería ser apreciado más que como un pesado lastre, como una inversión que efectivamente ha de incidir en nuestros jóvenes, tanto en sus cualidades las morales como en el desarrollo de aptitudes y conocimientos técnicos.

En la Argentina del siglo XXI, casi la quinta parte de los niños que ingresan a la escolaridad primaria provienen de familias cuyos padres JAMAS trabajaron, en virtud del clientelismo desarrollado en más de veinticinco años de gobiernos populistas, que en lugar de fomentar la creación de fuentes laborales, desarrollar medios de comunicación vial y proyectos de producción, dilapida la contribución de los que trabajan; forjando desde aquella legendaria Caja PAN hasta nuestros días una generación de parásitos sociales.

No es por falta de recursos, sino por absoluta carencia de moral que mueren niños desnutridos en un país exportador de alimentos.

Aquellos que se incorporen deberían ser instruidos militarmente en el lapso de un año en la más estricta disciplina, como corresponde a toda institución armada.

Luego de dicho periodo, deberán recibir escolaridad primaria y/o secundaria según el caso, tras lo cual optarán por programas de instrucción que comprendieran materias como carpintería, construcción, metalúrgica, enfermería, producción textil y alimenticia, mecánica, mecánica dental, tornería, electricidad y electrónica, agricultura y zootecnia, sistemas, etc.,

Estructuras edilicias hay de sobra: antes que terminen de rematar los predios de las FFAA, o que instauren más museos de la desmemoria, sería apropiado darles una verdadera utilidad, en donde los soldados que tuvieran conocimientos adquiridos antes del ingreso, asistan como furrieles especialistas a quienes instruyan a los que se están formando; desplegando la Compañía a partir de allí una fundamental actividad social en zonas carenciadas, en emergencia, o afectadas por factores fortuitos.

Las Fuerzas Armadas se nutren del pueblo al cual pertenecen y protegen. Pueblo y FFAA son una sola entidad siendo éstas el brazo armado de aquél.

Quienes cumplan con el SMO podrán desarrollarse profesionalmente en un adecuado y necesario marco disciplinario, forjador de la tan necesaria escala de valores, hoy desconocida por muchos, adquiriendo tanto el conocimiento de una determinada materia, como también instruyéndose para ejercer el no menos valioso deber-derecho de “armarse para defender a la Patria”, imbuidos del más noble sentimiento que el hombre pueda tener, aquel que nos hace ofrendar la propia vida sin esperar reconocimiento alguno.

En sentido objetivo, el servicio militar es de vital importancia a mediano plazo, tanto para la seguridad de la Nación, como para el desarrollo individual de aquellos que prestarán servicios profesionales o técnicos a la sociedad a la que pertenecen, desarrollando las potencialidades adquiridas en el servicio, o ampliando y/u optimizando las que ya traían al ingresar, tanto en beneficio de la Patria y de la Institución a la que estén incorporados, como de ellos mismos.

RAZONES MORALES

El Servicio Militar Obligatorio estuvo siempre en el centro de todas las discusiones éticas y morales, pues para algunos representa una limitación a la libertad del hombre, valor fundamental de los derechos humanos.

Al menos, eso es lo que desde hace tiempo nos quieren hacer creer los intereses foráneos y sus idiotas útiles, a través de una intensa campaña psicológica.

En tal sentido, nosotros mismos deberíamos comenzar por admitir que la libertad para ser tal, ciertamente tiene múltiples limitaciones, y que las mismas hacen plantearnos en qué consiste la verdadera libertad como valor fundamental.

Las sociedades se cimientan sobre la base de normas éticas, morales, culturales y de derecho positivo.

Y en lo que respecta a la actuación del hombre en esa sociedad, es menester un esquema jurídico que regule sus actos, limitando su libertad en aras del bienestar común y la paz social.

El Estado tiene y debe utilizar los medios legislativos destinados a tal efecto. Si bien es verdaderamente complejo efectuar un análisis objetivo sin que alguien se sienta rozado por un tema tan delicado como son los derechos humanos, éstos en modo alguno justifican el incumplimiento de una obligación, que en este caso está por encima de todo, y es el llamado de la Patria.

RAZONES SOCIALES

El Imperio romano se extendió durante trece siglos, dejando para la humanidad un legado cultural insoslayable.

Para ellos –como para cualquier otra civilización- el respeto irrestricto a los mayores tenía características institucionales.

De hecho, el único organismo de gobierno que conservaron durante las distintas etapas de su evolución, desde la monarquía hasta el imperio, fue el Senado (del lat. senex/anciano) que era un “consejo de ancianos” cuya influencia en el desarrollo del imperio fue transcendente.

Colegiado que tenía además la potestad de nombrar un dictador y determinar cuándo era necesario el nombramiento y quién debía ejercer el cargo.

Así en una escala descendente, el ”pater familiae” era respetado en sus facultades y potestades cualquiera fuese su edad.

Alarmados vemos casi a diario que los cada vez más jóvenes delincuentes ingresan a una vivienda donde viven ancianos que, luego de haber trabajado duramente toda su vida son molidos a golpes, torturados y asesinados para robarles lo poco que puedan aun conservar; olvidados por su sociedad porque ya no están mas incluidos en el “mercado productivo”.

Qué elementos tiene la sociedad para poner limites a esto?

De qué hogar provienen los sujetos que así actúan?

Son de alguna forma reeducables?

Quien no respeta a sus mayores no respetará jamás a sus padres, a un funcionario, un policía, un magistrado, una institución, un gobierno, o una sociedad.

A los argentinos nos cuesta cada vez más respetar las normas, sean éstas meramente sociales, morales, de tránsito, educativas, civiles, penales, éticas, deportivas, de convivencia, de respeto a los mayores, etc.

Sabido es que las sociedades se yerguen sobre estructuras normativas que necesariamente deben ser observadas por sus individuos, so pena de ser pasibles de condenaciones, que van desde las mínimas como la recriminación o el reproche social y las pecuniarias, hasta las privativas de la libertad.

Pero la solución no pasa por encarcelar gente.

Hay que educarla, formarla y darle dignidad para poder exigirle hábitos de conducta después.

Como el altruismo, la delincuencia es inherente a la esencia misma del hombre. Puede nacer en cualquier ámbito.

Pero es ferozmente brutal cuando proviene de seres marginados criados en un ambiente de resentimiento social.

A este coctel de injusticia social, hambre, ignorancia, falta de valores y de marginalidad se le han sumado las drogas, fáciles de conseguir, con lo cual el delito ya no volverá a ser lo mismo que antes.

Es verdad que muchos potenciales delincuentes fueron incorporados a las fuerzas armadas en virtud del SMO.

Como también es verdad que muchos de ellos se redescubrieron a sí mismos en la vida cuartelaria: el trato firme, las privaciones, el rancho, los castigos, la solidaridad, la milonga, el furtivo pan compartido, el capellán, la camaradería, las anécdotas después del toque de Silencio, la amistad que nace del simple hecho de prestar un birrete, y tantos etc. convirtieron en hombres de bien a quienes pudieron no haberlo sido.

RAZONES PROFESIONALES

Luego del asesinato del conscripto Omar Carrasco, la conducción política decidió que se debía “suprimir el SMO y profesionalizar las FFAA”.

Pero a fuer de ser claros hemos de estar de acuerdo en que no se han profesionalizado; es más, casi no existen.

Tal vez uno de los ejércitos más profesionales y efectivos del mundo sea el israelí, donde el Servicio Militar es Obligatorio y dura tres años.

Esencialmente, sociedad y Ejército son una unidad, ya que una gran parte de quienes han cumplido con el SMO, sirven luego periódicamente durante muchos años. Debido a que los soldados a menudo tienen rangos que no corresponden necesariamente con su condición en la vida civil, las FFAA de Israel se han convertido en una efectiva fuente de igualdad social y contribuyen a la integración de individuos de diferentes sectores.

Si bien siempre han contando con apoyo exterior, y mejores sistemas de armas que los de sus enemigos, las Fuerzas de Defensa de Israel tienen como ventaja principal la alta calidad de sus tropas, su motivación y entrenamiento intensivo.

Además las FDI se han hecho cargo de una variedad de funciones para la sociedad en general: con servicios especiales a los nuevos inmigrantes, elevando los niveles educativos para los adultos que no recibieron educación básica en sus países de origen, proveyendo maestros para los poblados en desarrollo, ayudando a las zonas desaventajadas y respondiendo a situaciones de emergencia en el sector civil.

A diferencia de la mayoría de los ejércitos del mundo en donde primero se sirve como soldado, para luego integrarse a las fuerzas especiales, en Israel el Ejército comienza a seleccionar a sus candidatos para estas unidades antes de que terminen sus estudios secundarios.

Deben pasar antes que nada por una fase de selección de unos 4 o 5 días, en donde deben superar rigurosos exámenes físicos y mentales.

Cada año, de los cientos de aspirantes, solo entre 50 y 100 superan el ingreso, y de ellos, menos de la mitad son finalmente integrados a cada una de las unidades especiales.

Una vez finalizado el servicio obligatorio de 3 años, el soldado puede optar por continuar en la fuerza por uno o dos años más, o reintegrarse a la vida civil en condición de reservista, obligándose a volver al ejército cada año durante un periodo aproximado de un mes para refrescarse en su especialización. (2)

TODAS LAS RAZONES; UNA SOLA RAZON

Hoy asistimos impotentes a la alarmante y progresiva degradación de nuestros jóvenes, quienes además carecen de referentes genuinos y de parámetros sociales y culturales adecuados, siendo en muchos casos la escapatoria obligada para sus frustraciones, la adicción a las drogas que se comercializan impunemente.

Ello es en virtud de la gran cantidad de “cocinas” que han proliferado en el conurbano bonaerense, cuyos deshechos son utilizados para la elaboración del paco de rápida acción adictiva y más letal que las otras.

A su vez, las Fuerzas de Seguridad se encuentran maniatadas; porque a estas alturas, a nadie escapa que no hay intención alguna del poder constituido de implementar políticas represivas del narcotráfico.

Más bien todo lo contrario.

Así han conseguido que los jóvenes estén hoy a la deriva; y una nación que no resguarda y forma a sus jóvenes adecuadamente, está destinada a extinguirse.

En tal sentido, el SMO está llamado a ser el vehículo propulsor de una profunda, necesaria y urgente reforma económica y social.

(1)Sinopoli, Santiago M. - El Derecho Constitucional Militar.
(2)Pág web Ministerio Defensa Israel


FERNANDO LEMA

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