jueves, 4 de marzo de 2010

HABIA UNA VEZ

Había una vez un lugar conocido como Argentina, que poco a poco y gracias a los chantamentarios y politiqueros, fue mutando a lo que hoy conocemos como Argentonta

Mafalda-Basta

Sus habitantes, reconocidos históricamente por su habitual viveza, por su capacidad para salir bien parados de toda situación, siguen manteniendo esa capacidad adaptación a toda circunstancia que los hace casi inmunes a las diversos embates de una realidad que hoy no les es del todo favorable.

Una de sus costumbres más arraigadas siempre fue el hacer responsables de los acontecimientos negativos a otros, aunque hoy muchos de ellos comienzan a reconocer que la responsabilidad fue siempre suya.

En Argentonta el poder esta en manos de algo que ellos llaman la Clase Dirigente, una particular forma de llamar a lo que en otros países solo se los denomina como Servidores Públicos.

Para los argentontos, aparentemente, estas persona, los dirigentes, son seres superiores que han tomado por asalto las riendas de aquella vieja Argentina, pues ese país hace gala de un democracia que todo lo expone a la consideración pública cada tanto tiempo.

Pero en rigor de verdad, si han sabido seducir oportunamente a esa mazas fervientes de ejercer su voto para que alternándose el poder entre bando rivales, fueran asegurándose de llevar las riendas de aquella entonces bella república a puro antojo y conveniencia, poniendo en la cima de la pirámide a la bruja mala, llamada corrupción.

Hoy la situación en Argentonta no es diferente a la de aquella Argentina que supo ser, solo que la mutación a su actual estado la hizo aún más inquietante e impredecible.

En los viejos tiempos, eran unos contra otros, nunca fueron todos juntos en busca de un mismo destino.

Pero en la actualidad, los unos se han divido en varios al igual que los otros, que se dividieron en otros de los otros.

Si antes era unos contra otros, ahora son aquellos contra estos, estos contra algunos tantos más y terminaron siendo un todos contra todos.

Cuando la Argentina necesitaba un camino y se debatía entre dos caminos opuestos entre sí, hoy el escenario presenta tantas direcciones alternativas como representantes tenga, esa que llaman, Clase Dirigente.

Lo más parecido a un caos.

No tiene sentido que ahora profundicemos en el perfil de cada uno de esos “dirigentes” que se ocupan de la cosa pública en Argentonta.

Con el pasar de los días y de los acontecimiento, vamos a poder ir sacando conclusiones juntos y develando cual es el futuro de Argentonta.

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