jueves, 21 de enero de 2010

ESTELA DE CARLOTTO

Pese a mi resistencia intelectual de saber sobre la persona de Estela de Carlotto, por motivos de incompatibilidad ideológica, tomé envión y leí la nota, con la mejor intención de encontrar una faceta rescatable, como me pasó no hace mucho con la Sra. Fernández Meijide.
Muy bien conducida por el periodista, el relato de este personaje de la triste historia que rodea su participación en la vida argentina, no podía ser distinta a lo que me imaginaba.
Jamás dejé de conmoverme de un padre, madre, abuela que no sepa el destino final de un hijo o nieto.
Seguro estoy, que jamás me hubiera pasado de desconocer donde está mi hijo y de que se ocupa.
Imperdonable a la responsabilidad de un padre.

Me convencí que estamos en presencia de un gran fraude (otro más), de los tantos que complementan la historia de lo vivido en los ‘70, relato sesgado, que por razones de espacio no puedo abundar.
La denuncia de las “traiciones” de intervinientes comprometidos, se debió a que no desearon involucrarse en ellas.
“Sus” derechos humanos son para algunos, le falta grandeza y verdadero amor.
Todos sus hijos viven de la política, con “portación de apellido”, cuando el común de la gente, tiene dificultades para conseguir trabajo.

Llama la atención, con que frescura insiste en falsedades como las de su nieto, cuando está demostrado que su hija jamás lo tuvo.
No se relata la situación de algunas combatientes (así lo destaca en la penúltima pregunta), que vivían en concubinato, con otros guerrilleros de quienes no sabían con certeza quién era el padre.
El desapego al concepto de familia con que ellos participaban de las acciones guerrilleras y el interés con que tanto las agrupaciones de Madres y Abuelas, especulan con las subvenciones obtenidas del gobierno, indemnizaciones a desaparecidos, “aparecidos” que nunca devolvieron los dólares (más de 360.000) y, sobre todo, seguir escarbando en pos de destruir afectos de personas y familias conformadas que adoptaron criaturas, participantes indefensos, de un conflicto espantoso vivido por la nación, provocado por el terrorismo en acciones contra gobiernos democráticos y de facto.

Si piensa en el país, es necesario, en memoria de todos los argentinos que sufrieron esta pesadilla, bregar por la pacificación y la concordia, dejando de lado el interés de mantener abierta heridas que solo producen sufrimiento, amparada en pseudo acción humanitaria, cuando la mayoría de las veces, persigue un mero fin especulativo.

Quien de verdad quiere, sacrifica todo por la felicidad del ser querido.

Enrique Treglia
Capital Federal

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