Peronismo: Cuando Sierra Maestra es por Tandil, rumbo a Areco, para el asado de don Segundo Sombra y Camilo Cienfuegos"Hay una guerra nacional que explicita la índole argentina.
No hay paz en el peronismo.
Por tanto no hay paz en el país.
Quien podría detener la guerra ya no puede, y/o nunca quiso… que hasta de eso se discute.
Es insólitamente cierto: el peronismo discute a Perón.
Los K han blanqueado una guerra que, como todas, no sirve a los soldados.
En cada armisticio hay un reparto pampa con aullidos, adjetivos y venganzas.
Es todo.
En la guerra los hijos se usan para el chantaje o la culpa en la noche, cuando todo parece que duerme, pero nada descansa.
El peronismo ha multiplicado el cuadro", explica el autor.
Hay una guerra aquí, donde estamos: la guerra peronista.
La llegada de los Kirchner a la realidad argentina, su discurso y, básicamente, sus controvertidos gestos, han puesto al país en guerra.
Es su mérito mas seguro.
Los actuales enfrentamientos son serios, mortales, crueles, peligrosos para el futuro; abandonaron las palomas mensajeras.
Participamos de batallas con un alto contenido mediático y un saldo: la sociedad hecha trizas.
Internet bulle, arde la computadora; llegan mensajes, no dejan de llegar.
Kirchner encendió el fuego, sin ninguna intención de apagarlo.
Justicia: había material altamente combustible en la historia/memoria del país.
La discusión está llegando al río.
No es el nuestro un combate ideológico, es una trifulca de adjetivos e improperios, de reproches y culpas.
Hoy se advierte fácilmente que el total del peronismo es un matrimonio separándose en el peor de sus días.
Eso somos.
Hay polenta, pasión, intolerancia.
Hay platos rotos.
Por www. recibo el material de 5 foros que defienden al actual gobierno.
Nada se pierde, todo se contesta.
Se reciclan las frases, se habla de revoluciones inconclusas, se denigra al contrario mentándole una tía que se prostituye en Bombai, todo sirve.
La vieja militancia reproduce ardores juveniles.
Vale lo de Neruda: nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Algunos parece que estarían usando sildenafil (lea Viagra) para elevarse a la categoría de primeros adelantados de la revolución kirchnerista.
El filósofo televisivo uno de ellos.
Mi amigo Ch. escribe, para políticos (6) de la región, notas, gacetillas y comunicados.
Todos iguales, todos peligrosamente inútiles.
Los correos van y vienen sin cesar.
Ninguno es K. contestan a los que apoyan.
La sordera es estructural, funcional al combate.
Mi amigo Q. trabaja en forma abierta (paga) para quienes apoyan al actual gobierno.
Le pagan empresarios a quienes les va muy bien con esta revolución de oktubre convertida en raid empresarial para quedarse con activos que tienen propietarios miedosos, apretables, venales.
Si le envío quejas no las contesta.
Trabaja y es militante.
Mi amiga L., insigne profesora, lo mismo.
“Te aprecio, pero soy demasiado peronista para aguantar objeciones.
No me escribas sobre lo que duele”.
Ojo, éste es un punto para recordar, algún día habrá que hablar del dolor del peronismo.
Toda guerra es dolorosa, lo sabemos hasta por la literatura.
Algún día los dolores serán insostenibles.
No habrá chequera que calme al conurbano si la muela duele demasiado, pero demasiado.
¿Se entiende? M. me confiesa, abriéndose el corazón, que uno de sus verdaderos amigos, compañero del alma, compañero, le envía sus informes sobre la situación del país.
Afligido peronista el que envía, tímido peronista el que recibe.
Quisieran ser K. pero la lucidez abruma.
Algunas cosas son buenas, pero demasiado sapo por un discurso vacío es un pago muy alto.
En Internet el tráfico es mucho.
Importante. En foros y fuera de ellos, desaforado.
Hay peronistas que rescatan el ’45, la constitución de 1949, el renunciamiento de Evita, la Resistencia, el frondizismo creciendo con el peronismo larvado, larvado y traicionado.
El protoperonismo, si Evita viviera, Cipriano Reyes vuelve, todo vuelve.
La frase de Frigerio (robada a los griegos) sobre la búsqueda de la verdad la dice cualquier tilingo.
Otra vez la Resistencia. Le dio el cuero, vino, ¿viste?
Llegan invitaciones para peñas, sitios, esquinas, comidas, ateneos.
Aún citan a Cafiero.
En diversas correspondencias reivindican a Cámpora, pobrecito.
Lo de Cámpora es ejemplificador: los tontos son héroes, los idiotas filósofos.
Nada bueno sale de la reclasificación, pero… Se revisa el Onganiato, el Cordobazo, Tosco, el Rosariazo, los curitas villeros.
Lanusse, el ministro Mor Roig, el papel del PC en marzo de 1976 (asesinos, fueron grandes asesinos, comerciamos con Rusia como locos, sólo 150 muertos afiliados figuraron en la Conadep).
El 3er. Movimiento histórico, la ley Mucci.
Estamos rescribiendo nuestra biografía sin advertir que es delito.
Monseñor López, Fasolino, Villena, Storni, Zaspe, Angelelli, Laguna, Podestá, Caggiano (los obispos) son mirados con otra lente.
Hay menemistas, vandoristas, isabelistas.
Lorenzo Miguel, la U.O.M. los sindicatos al poder.
Proponen a Reutemann, Duhalde, Rodríguez Sáa.
También desproponen a los mismos.
La mirada alcanza para una frase: el país está revisándose.
Hay una detención, una demora, otra velocidad.
Con demasiado lastre no se avanza; el lastre se convierte en sujeto del día, el pasado se vuelve permanente y sucede lo que sucede, pasa lo que pasa: la guerra detiene las cosas.
El conflicto cambia el formato y de película se pasa a foto fija.
La fotografía de cada mañana es el pasado ominoso.
Muerte al montonerismo salvaje, aprobación al liberalismo.
La inversa también es válida.
La guerra retroalimenta la desgracia.
Basurales de León Suárez, el general Valle, Rosendo y Rodolfo. Bandos y pancartas, programas radiales, radios abiertas, calles y piquetes con fixture semanal.
Actualización doctrinaria, cine de liberación.
Pino Solanas diputado.
'El Che' Guevara como actor de la política nacional.
Para algunos, Sierra Maestra está cerca de Tandil, rumbo a San Antonio de Areco, donde comerán un asado don Segundo Sombra y Camilo Cienfuegos.
Nadie cambia la medicación, por favor…
Se escribe sobre la muerte de Rucci inventándole diversos asesinos.
Se escribe sobre todos y todo con violencia, mucha violencia.
Un libro cualquiera, que denuncie, es una traición, una conspiración y un golpe de Estado.
¡Un libro! Un libro solo quiere recibirse de novela y de derechos de autor, como todos.
Cristina es la generala Vuitton o una tímida muchacha platense, según que peronismo relate.
Para quien pueda mirarlo de fuera el asunto, técnicamente, es así: hay un relato beligerante.
No hay pacificación en los mensajes.
Sobre un relato beligerante los actores tienen papeles obligados.
Punto. Internet agrandó la mesa de arena, el conflicto es de todos y en cada momento.
El medio global generalizó la lucha focal.
No hay sosiego para el recuento de soldados
¿Cuántos son, cuántos somos?
¿Es lícito sumar el Facebook como sitio de pelea? El copie y pegue es un ansioso griterío, el ratón de la compu suda adrenalina.
El peronismo está en guerra y el país es el campo de batalla.
Nótese: el resto de los políticos hace crónica.
Mundana, carnicera, devastadora, condescendiente, oportunista, glamorosa o desatinada.
Crónica.
Raro equilibrio, participan desde la tribuna.
Relatan al costadito de la sangre derramada, la memoria distorsionada, la pasión por tres naranjas, por una música, una marchita, un bombo.
Por nada. Los políticos aclaran, certeros y presurosos: no podemos hacer otra cosa, es la pelea de los peronistas.
Tienen razón.
El que participa pertenece.
El peronismo se pelea.
La tragedia es común.
Aquellos que vienen de Marx, así sean titulares en bancos, en compañías, en ministerios son, como antes, apoyos críticos que desde fuera enseñan, aconsejan.
Aprendieron en el marxismo a descargar las culpas en otro vagón.
Los neo marxistas son, antes, ciudadanos comunitarios que argentinos.
La derecha antiperonista (es lo mismo) sueña con visitar París y vivir en Londres y Nueva York.
Allí tienen su lecho. Algunos se han hecho ricos, muy ricos.
Los peronistas ricos muestran su sonrisa kolynos y esquivan los libelos.
De ellos es el futuro perfumado.
El primer millón siempre tiene traición y sangre.
Traición al peronismo, sangre popular.
Mi íntima convicción es eso, íntima y firme: los dirigentes nacionales cabalgan sobre esto, son parte de la derecha, la izquierda, la riqueza, la corrupción y el deterioro.
Los K son argentinos, peronistas, y por ellos el país entró en una guerra diaria, horaria, permanente.
Es cierto, estaba larvada y ahora es visible.
Los K nos metieron en la guerra abierta.
En el 1945 empezó el conflicto.
Ya no hay modo de escaparse.
Llega con los mails de la mañana, los diarios, los escritos, los telefonazos, la tele, los correítos en el celu.
La charla en el café, la radio, otra vez la tele, las paredes, el bondi, el taxista.
El buen día trae la pelea, el buenas noches la acrecienta.
Insistamos con lo obvio.
Hay una guerra nacional que explicita la índole argentina.
No hay paz en el peronismo.
Por tanto no hay paz en el país.
Quien podría detener la guerra ya no puede, y/o nunca quiso… que hasta de eso se discute.
Es insólitamente cierto: el peronismo discute a Perón.
Mantengamos un concepto, está todo en superficie, es la última de las peleas, la última.
Los K han blanqueado una guerra que, como todas, no sirve a los soldados. En cada armisticio hay un reparto pampa con aullidos, adjetivos y venganzas.
Es todo.
En la guerra los hijos se usan para el chantaje o la culpa en la noche, cuando todo parece que duerme, pero nada descansa.
El peronismo ha multiplicado el cuadro.
Hay padres, hijos y nietos peleándose.
Algunos por la billetera, otros por la comida.
Ya se sabe la consigna general, ni olvido ni perdón.
Personalmente: extraño a Discépolo, Enrique, él nos relató, hizo un tango triste. El nuestro.
Raul Acosta
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