Allá, en el fondo de la olla, donde se pegan los fideos sumidos en el agua turbia y servida, se encuentra esta figura mefistofélica al lado del escudo de quien fue el faro que iluminó su vida: la Masonería.
Parece que se irá de este mundo sin contarnos la verdad (toda la verdad Albano).
Si. Pero el tiempo, que es criollazo, justiciero y vengador, aunque lento de andar, tarde o temprano hará que se conozcan las cosas como han sido.
Carta a los que sufren leyéndome:
Miren: quiero que sepan la verdad: así, antes de empezar.
Equivocándose, no piensen que sobre esto soy muy versado y que, por leer este suelto, ustedes obtendrán gran rédito.
Solamente quería puntualizarles algunas cosillas sobre el Yéneral Albano Eduardo Harguindeguy.
Cuando el Comisario Etchecolatz, condenado por el Sanedrín de Caifás Rozanski, se daba el gusto desde su celda de ver un pedacito de sol desde su celda; y mientras se esperaba una condena parecida para el absolutamente inocente padre von Wernich, que más luego se concretó, unos periodistas uruguayos, siempre despistados los pobrecitos, engancharon al Yéneral Harguideguy, procezoico hasta el caracú, en una solitaria playa de Punta del Este, donde tiene una propiedad, azotándose con el solcito uruguayo, en buena compañía, para obtener un bronceado tipo Caribe.
¿Y qué tiene de malo esto?
Nada más que lo que en siguiendo diré.
Digo que estas son cosas de la vida, que nos lleva y traer, nos sube y baja.
No vamos a hacer de una semillita un ombú, ¿no les parece?
Pero lo que ha pasado aquí es que, de un ombú frondoso, han hecho una semillita.
Porque resulta que Albano, íntimo de Alfonsín de quien era compañero en el Liceo General San Martín, y cofrade desde siempre de Joe Martínez de Hoz, ha sido eximido del juicio que se le seguía por violaciones a los derechos humanos, e incluso cesó su detención por orden de la Sala Segunda de la Cámara Federal , tal como lo había solicitado el Juez Norberto Espartaco Oyarbide (¿hijo del Teniente de Infantería Juan José Oyarbide de la Promoción 76ª de las Armas, de baja misteriosa el 25 de abril del Año del Libertador de 1950?).
Pero el Fiscal de la causa Federico Delgado se enojó, y dijo que el parte médico era poco claro: ¡qué atrevido!
Y presentó una apelación para que el detenido (nunca estuvo ni diez minutos detenido) continuase estando.
Pero el Fiscal de Cámara, Germán Moldes, desestimó el pedido.
Ahora bien: quede claro que en ningún momento dije que los abogados de Harguideguy, los doctores Horacio Cattani (alias El Loro) y Eduardo Farah (alias El Cotur), son dos viejos mencheviques y masones recalcitrantes.
Tampoco dije que los médicos que lo revisaron son en su mayoría masones y pertenecieron todos al ERP y Montoneros.
No.
¡No puede ser!
Porque Albano fue siempre un hombre de la libertad y la Democacacracia.
¿Qué puede andar haciendo él con gente que pertenece a los satanistas y que militó en el zurdestán?
Nada.
¡Son mentiras!
Tan es así que ni las Madres ni Abuelas de Plaza de Mayo; ni las Organizaciones de Derechos Humanos; ni el Boletín Oficial Página 12; ni el Fiscal de la República y masón circunciso Horacio Verbitski (El Perro); ni Parrilli (hermano de la Jueza de Faltas que puteó a las empleadas y que llegó a ese puesto por arreglos con Ibarrita Cromañón); ni el inflexible israelita Kunkel, han dicho ni jota por este asunto.
Y esto, lo del Juzgado Federal, ocurrió seis meses después de que lo engancharan en Punta del Este hecho una florcita, y habiendo transcurrido 26 años de la llegada de la Democacacracia al gobierno para hacer justicia, poner las cosas en su lugar y redimir a la Patria.
¿Pero qué había pasado?
Resulta que el pobre Albano pasó de flagelarse con los rayos de Febo en Punta del Este a enfermo mental sin escalas (dicen que tiene el mismo diagnóstico que Massera).
¡Qué desgracia, mi Dios!
¿Habrá tomado mucho sol de golpe y las tercianas le fritaron la croqueta?
No sé.
Y aparte de todo lo que fue, ahora la juega de enajenado perdido y por ello lo han internado (no digo que fue para evitar la húmeda mazmorra, no).
Y la compañía solidaria, ¿dónde andará?
Don Albano Eduardo tiene 82 añitos en la actualidad: una edad como para conmover al juez más exigente y convencer a la perejilidad más cerril y obstinada.
Y tiene derecho a contraer una enfermedad como la que dicen que padece.
Aunque cuando se retiró hace 28 años portaba 54 años y estaba con todos los foquitos prendidos como para responder a cualquier requisitoria judicial.
No quiero hacer una biografía del Yéneral Harguindeguy y decir por ejemplo, que es un masón de toda la vida y hoy ostenta el Grado 33º de Gran Maestre de la secta satánica; que fue la mano derecha del Yéneral Jorge Raúl Carcagno, aquel del Operativo Dorrego con la muchachada del ERP y Montoneros (¡no me digas que ya te olvidaste Albano!); que era el Comandante de Brigada cuando se atacó el cuartel de Azul y jamás dio una sola explicación sobre lo sucedido, cuando le correspondía el pase a retiro inmediatamente; de los conceptos que de él dio en su momento el General Adel Edgardo Vilas, héroe del Monte Tucumano; como que fue Jefe de Policía de Isabel Martínez y después del 24 de marzo siguió siendo Jefe de Policía, pero de Videla; o cuando su mujer le tiró las ropas por la ventana cansada de saber de las Fiestas Negras que se mandaba con las pendejas; de las visitas casi diarias de Alfonsín a su despacho en el Ministerio del Interior, so pretexto de que rememoraban los años idos en el Liceo San Martín, pero Ricardo Raúl jamás comentó que le haya dicho nada sobre los supuestos desaparecidos.
No.
Jamás.
Don Raúl se acordó después, y con Sábato y Strassera armaron el mamarracho llamado Nunca Más, un documento que hoy los acusa y los muerde.
En aquel tiempo Strassera era empleado del Proceso en la Justicia por un decreto firmado por Videla en persona.
Un lujo.
Y el judío Ernesto Sábato, otro lujo, era el Maestro de Ceremonias de Videla en los que se llamaron Almuerzos de los Viernes en la Casa Rosada (ya había desaparecido Rodolfo Walsh, por ejemplo, por quien preguntó el Padre Castellani, pero no el hebreo Sábato).
Videla era un Mirto Legrand y le mostraba a la gente que él era derecho y humano, con una mujer indefensa presa en el Mesidor durante seis años sin causa ni proceso.
¡Qué valiente! ¡Cuánto coraje, mi Dios!
Bueno, mis queridos, de estas cosas y otras no me quiero recordar, porque en verdad habría que escribir un libro que lo podrían hacer tipos brillantes como Majul o Hadad, dos turcos tan geniales que ya se conocen la Tabla del Dos, y restan más que suman.
En los diarios de aquel entonces está la lista de quiénes fueron los comensales de Mirto Videla.
A esto, tampoco lo podrán borrar, porque no hay tanta cantidad de ácido muriático para hacerlo.
Están fritos.
Pero sí quiero traer a la palestra el hecho de que el Yéneral Harguindeguy pasó de su extraño puesto de Jefe de la Policía Federal a Ministro del Interior de un gobierno de facto.
Es decir: fue el Ministro Político de los usurpadores.
O mejor dicho, tuvo la virtud de tener un pié en el gobierno constitucional y el otro en el gobierno de facto.
¿Qué extraño, verdad? Como Ministro del Interior le correspondía el manejo de las Fuerzas de Seguridad (Gendarmería y Prefectura) y de la Policía Federal.
Pero como las autonomías provinciales habían sido avasalladas, le correspondía al Ministerio del Interior el manejo de todas las policías: de la Federal (con delegaciones en todo el interior del país), y de las provincias propiamente dichas.
Esto es tan obvio que es innecesario demostrarlo.
De manera, mis queridos lectores, que en esta nación no se movía un cabello si no era conocido por el Yéneral Harguindeguy: el capo de todos los capos, con un despliegue territorial que ni un gobierno comunista lo tiene.
Además don Albano Enrique era General de División, por lo que tenía acceso directo al Estado Mayor General del Ejército.
Y el Ejército Argentino posee una distribución territorial donde en cada capital provincial hay un Coronel antiguo o un General, con fuerzas que pueden ir desde un Regimiento a una Brigada completa.
Quiere decir que cuando se le agotaba la vía policial don Albano Eduardo, podía echar mano a la vía militar.
La prueba de ello es que tenía líneas directas con los gobernadores de provincia, jefaturas de policía, jefes de Unidades, Comandantes de Cuerpos y Comandantes de Brigada.
Un tamiz de entramado tan fino que no se le escapaba una ameba.
Pero una sola pregunta bastará para tener una idea de quién era el Yéneral Harguindeguy:
¿quién hubo dentro del Proceso de Reorganización Nacional, fuera de Videla, con más poder que Harguideguy?
Y Poder Ejecutivo además. No mis amigos. No. Que aquí no caben monsergas, disculpas ni peros.
Luego me dio mucha pena –una pena en el alma-, al ver al Comisario Etchecolatz ante el Sanedrín de Caifás Rozanski.
Se defendió como pudo y como buen católico que es y siempre fue, aceptó resignadamente su condena.
Más tarde llegó la otra pena –que en verdad es dolor-:
la condena del Padre von Wernich.
Su abogado defensor no objetó que su defendido, siendo sacerdote católico, estaba siendo juzgado por una camarilla de judíos ensoberbecidos.
Recién ahora apareció una lucecilla mortecina que está señalando que eso no pudo ser.
Y los judíos, ¿acaso pensarán que nosotros nos vamos a olvidar de ésta?
Después nos tildarán de nazis y de antisemitas.
¡Bah!, como siempre que se los pone contra las cuerdas.
Las supuestas andanzas del comisario Etchecolatz y del Padre von Wernich, ¿eran desconocidas por el Yéneral Harguideguy?
¡Por favor!
El General Camps actuó bajo las órdenes de Harguideguy.
Su reemplazo fue determinado por Harguideguy, cuando Camps se obstinó en llegar hasta el hueso (Graiver, Timerman, Gelbard y las vinculaciones de la judería con la subversión marxista).
Y esto no podía ser: ¡porque el hueso era el Yéneral Harguideguy!
Y fue Harguindeguy quien nombró en el lugar de Camps al Yéneral Oscar Enrique Guerrero.
¿O no fue así Albano?
¡Claro que sí!
¿No me digas Albano que ya te olvidaste de esto?
Y Guerrero aparece en una fotografía con Néstor Kirchner en Gallegos, miembro entonces del Peronismo Revolucionario del nunca bien ponderado marxista Cépernic.
Siendo así, nadie jamás, pedestre o reptil, periodista o carroñero, maricón o compadrito, nadie, se preguntó por que los Sanedrines que actuaron para mandar a los católicos a la cárcel, nunca llamaron a un interrogatorio, como imputados desde luego, a los verdaderos, auténticos dueños del circo.
Ahí he visto una nueva condena al General Menéndez.
Harguideguy:
¿Menéndez actuaba por su cuenta?
¿Tenía su quiosquito propio?
Y el olvidado General Vaquero, jefe directo de Menéndez,
¿dónde está?
¿Por qué no lo llaman?
O en su defecto podrían llamar al Yéneral Mugnolo (Yéneral de Balza, de Menem y de la Rúa ), que siendo Teniente Coronel era secretario de Vaquero.
Y el superior de Vaquero era Harguindeguy.
Y Harguindeguy, hoy por hoy, es un fierro en ascuas:
el que lo toca se quema.
ZH
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