Compatriotas y Amigos: Durante mucho tiempo, demasiado debo de admitir, he dirigido mis dardos hacia esta gentuza del gobierno, retransmitiendo cuanto material me llegaba por éste y otros medios.
Todas mis explosiones biliares gramaticales las metabolizaba de acuerdo a mis creencias y mi sentido del Patriotismo, que es por lo que he visto, bastante diferenciado de una gran parte de mis Compatriotas.
No enfatizo con ello que el mío es mejor que el de muchos, sino diferente.
He sido partidario acérrimo de las conocidas vías de hecho, para extirpar a esta chusma que oprime nuestros corazones, nuestros anhelos y que turba seriamente nuestras posibilidades de reencontrarnos con un pasado que nos depositó entre las diez economías más pujantes del occidente, durante el tan injustamente maltratado orden conservador.
Consciente que insistir sobre ello desubica muchas veces a ocasionales lectores de mis correos, por lo añejo y tal vez bizarro de mis ponderaciones admirativas de aquella legendaria clase dirigente, que lo dio todo por la Patria, aunque planificaran el destino de la Nación, en los salones del Jockey Club o en los del Circulo de Armas.
Tampoco puede transcurrir inadvertido para mí que los historiadores progres han realizado un efectivo trabajo, al sepultar las virtudes republicanas de personajes tan encomiables como Carlos Pellegrini, Roque Sáenz Peña, José Félix Uriburu, Rodolfo Moreno, Manuel Fresco, Agustín P. Justo, Roberto M. Ortiz, Robustiano Patrón Costas y Ramón Castillo, entre los más destacados.
Esos sujetos, cada quien a su momento, pensaron y dispusieron lo necesario para preparar una Argentina potencia para la segunda mitad del siglo XX.
El antídoto fue el populismo de la mano de Yrigoyen primero y Perón después.
En poco más seis años, se cumplirá un centenario del advenimiento del "peludo" al poder.
Si detenemos virtualmente el reloj de la historia en esa asunción y lo trasladamos en una fracción de segundos al momento actual, pocos creo, serán los que no adviertan el paralelismo y las secuelas que esas formas de gobierno nos han provocado: el caos, el desorden, la ausencia de ideas superadoras, los negociados y la impudicia, so pretexto de un refrito inmutable: La Voluntad Popular.
Este principio que gobierna a las sociedades modernas en general es el ardid amparatorio en la nuestra, para que un alud de tantos impresentables hagan todo en nuestro nombre.
En términos más o menos jurídicos, es la sinonimia de extenderle a un estafador, sabiendo que lo es, un poder general de administración y disposición irrevocable de nuestro patrimonio, que lenta pero inexorablemente nos va postrado en la ruina más absurda.
Eso hicimos colectivamente en esta pronta última centuria.
Lo que peronistas y radicales son, no es más que el ejercicio de una herencia dogmática, de una forma de hacer política:
Que un radical como Julio Cobos, fuera beneficiario de fondos de campaña ensangrentados por la muerte de enfermos terminales inasistidos.
Que otra de sus mismas filas, como la Carrió, esté pergeñando una alianza legislativa con los K.
Que un Canciller, homicida confeso de la parroquiana de un bar y un camarero de la misma, nos represente en el concierto de las naciones.
Que un concierto de jueces garantistas preste cotidianamente la unción para que bestias salvajes -reincidentes- liberados previamente por ellos mismos, maten indiscriminadamente a abuelitos, niños, colectiveros, amas de casa y trabajadores, cegando el futuro de millares de núcleos familiares, es una lectura de lo que supimos erigir con el voto universal.
Tal sumatoria de iniquidades no es casual ni fortuita.
Los K no hacen, sino ejercer un mandato, que pretenden se transforme paulatinamente en vitalicio.
No sería descabellado que tal hipótesis deje de serlo para transformarse en un hecho.
Tienen sus propios coadyuvantes en la misma corporación política opositora que aparenta serlo.
Porque nada se puede aguardar de ella.
Ahora ocupan nuevas bancas, pero no ejercerán el peso de la mayoría más que para el envilecimiento de vanidades personales.
Nada en lo absoluto podemos hilvanar como esperanza.
Ninguno de ellos tiene para sí la idea de formar un cuerpo destituyente.
Todos, sin exceptuar a ninguno de ellos, hacen planes y procuran alianzas para el 2011.
Incluyendo a los que asumieron como representantes del agro.
Esa es la factura al desnudo de esta otra mascarada parlamentaria.
Pero si tenemos por sentado este principio, la pregunta que deviene como ineludible es:
¿Cómo nos eyectamos de este kilombo sin proxenetas responsables?...
El pueblo, sin distingo de clases sociales, requiere de disciplina.
Ninguna sociedad puede sobrevivir sin ella.
En algún momento fui de la idea que muchos de nuestros veteranos de Malvinas, podían ser la salida.
Probados en combate, supieron poner en lo más alto el Pabellón Nacional, en las condiciones más adversas.
No he abandonado del todo esa perspectiva, pese al ostracismo que gobierna a muchos de ellos.
Tal vez, las cicatrices de la guerra no hayan desaparecido del todo, y es muy comprensible que así sea.
Otros como el ñato Rico no hicieron otra cosa que jugar abyectamente para el sistema, como si nunca hubiesen estado en nuestros territorios de ultramar, injuriando el eterno descanso de nuestros caídos, que algún día emergerán de sus sepulcros para pedir la rendición de cuentas, que nosotros al parecer estamos imposibilitados de hacer.
Pero una noticia, acaso tan halagüeña como imprevista ha arribado hacia nosotros.
Me refiero a la captura del Sr General Alfredo Arrillaga, quien recuperó para nuestro Ejército, las instalaciones del Regimiento de Infantería Mecanizado Nro: 3 de La Tablada, destruido tiempo después por completo por La Democracia, como el grueso de las instalaciones de todas nuestras Fuerzas de tierra, mar y aire.
Creo que dadas las circunstancias, debemos de legitimar su inmediata liberación de las manos de estos jueces federales, serviles a esta forma pútrida de gobierno.
Pero seré más ambicioso que finalizar nuestro cometido, con la soltura de este Caballero.
No sería del todo desacertado, comenzar a difundir entre la ciudadanía, que si un gallardo Oficial de nuestro otrora glorioso Ejército Argentino, exterminó como era debido, a todos los disolventes que ultimaron a nuestros Soldaditos, pudiera ser por los designios del destino, ni más ni menos que Nuestro Liberador.
Dejemos pues de lamentarnos sobre lo que nos acontece.
Estos patanes de la corporación política son, si es que un futuro nos aguarda aún, El Continuismo.
Y para aquellos que siguen aferrados al timón que todo se solucionará con más democracia, les tengo noticias.
Este estado de anarquía gubernamental, sostenida por un aparato judicial y legislativo corporativo no perfeccionará el sistema republicano.
Más bien lo extinguirá lentamente.
¿O todavía no lo advirtieron?
Más vagancia, más delito, más peculado y más ignominia tenemos frente a este luctuoso arco iris.
Es como la fundación de una casa.
Si los pilotines y el encadenado están deficientemente conectados, la construcción se podrá llevar adelante en apariencia.
Después de finalizada, comienzan a aparecer las filtraciones y grietas.
Podremos reparar las existentes, pero asomarán nuevas y así sucesivamente hasta que se disponga su demolición y se construya adecuadamente
LA PLATEA.
Cordialmente,
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